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Fratelli Tutti

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Enrique Marshall
Director Magíster en Banca y Mercados Financieros PUCV .
Exvicepresidente del Banco Central

05.11.2020

Recientemente, el papa Francisco ha emitido una nueva encíclica social bajo el título Fratelli Tutti. La pregunta que me formulo es si esta carta tiene algo que decir a los economistas y a quienes están en el campo de las políticas públicas, más allá del mundo creyente. Pienso que sí.

Las encíclicas sociales recibieron en el pasado una enorme atención en países de tradición católica como el nuestro. Como no recordar a Rerum Novarum y Quadragesimo Anno.

Sin embargo, el interés por ellas ha disminuido, en parte, por la secularización de la vida social y, en parte, por el deterioro de la confianza en las autoridades eclesiásticas.

Recientemente, el papa Francisco ha emitido una nueva encíclica social bajo el título Fratelli Tutti. La cobertura de prensa ha sido baja y probablemente será leída por pocos.

La pregunta que me formulo es si esta carta tiene algo que decir a los economistas y a quienes están en el campo de las políticas públicas, más allá del mundo creyente. Pienso que sí.

En el siglo XX, la economía se consolidó como una disciplina científica. Definió bien su objeto, perfeccionó sus métodos, y acumuló suficientes conocimientos y experiencia. Ello le permitió adquirir reconocimiento y prestigio.

Sin embargo, en su afán por lograr un estatus científico, la economía tomó distancia, quizá excesiva, de los juicios morales, los que fueron relegado a otros campos: la “economía normativa” o las “políticas públicas”. Se alejó así de sus orígenes, porque bien vale recordar que Adam Smith, uno de los padres fundadores de esta ciencia, fue profesor de filosofía moral.

En la última década, los economistas hemos sido objeto de muchas críticas por haber sido soberbios, por no haber asumido todas nuestras responsabilidades y, por haber contribuido a “deshumanizar” la economía real.

No comparto todas las críticas que se nos hacen. Contienen muchas exageraciones. No somos tampoco los únicos responsables de los problemas que han surgido.

Con todo, lo que corresponde en una época de crisis, como ésta, es tornarse más humildes, y abrirse a escuchar sin prejuicios los argumentos de otros.

Poco después de la crisis de 2008, tuve la oportunidad de asistir a una conferencia celebrada en la Reserva Federal de Estados Unidos, en la misma sala donde se toman las decisiones de política monetaria más importantes del mundo. En ese momento, el estado de ánimo de los economistas era de completo abatimiento. Pues bien, los organizadores consideraron que, en esas circunstancias, la conferencia debía ser inaugurada por una autoridad moral y recurrieron a un obispo católico. Su mensaje, que caló hondo, fue simple y claro: piensen más en la gente común y sencilla.

Estimo que esta nueva encíclica papal contiene ideas y conceptos que ameritan atención de parte de los diseñadores de política. Aporta luces en medio de una confusión bastante generalizada. Por ello recomiendo su lectura. Me parecen notables, por ejemplo, las reflexiones sobre la globalización y el rescate del concepto de pueblo, marcando distancia con el de populismo.

Es una carta no solo para los creyentes, sino para todos los hombres de buena voluntad.

Enrique Marshall
Director Magíster en Banca y Mercados Financieros PUCV .
Exvicepresidente del Banco Central

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